domingo, 24 de noviembre de 2013

Tejido nervioso


Algunas de las enfermedades que afectan al tejido nevioso son la esclerosis múltiple y la epilepsia a continuación hablaré un poquito de cada una de ellas.


ESCLEROSIS MÚLTIPLE
La esclerosis múltiple (EM) produce la destrucción
 progresiva de las vainas de mielina de las  neuronas en el SNC. Esta enfermedad afecta a alrededor de 2 millones  de personas en el mundo y es  dos veces  más frecuente en  las mujeres. El nombre del trastorno describe la anatomía patológica: en  muchas regiones las vainas de mielina se  deterioran  debido al desarrollo de esclerosis, que son placas o cicatrices duras. La destrucción  de las vainas de mielina reduce la velocidad y luego produce un “cortocircuito” en la conducción de los impulsos nerviosos.
La forma más frecuente de la enfermedad es la EM con crisis y remisiones, que suele aparecer durante la adultez temprana. Los primeros síntomas pueden consistir en sensación de pesadez o debilidad en los músculos, sensaciones anormales o visión doble. Luego de una crisis hay un período de remisión durante el cual los síntomas desaparecen de forma temporal.
La crisis se repiten a lo largo de los años y el resultado es la pérdida progresiva de la función con períodos de remisión interpuestos en los que los síntomas  desaparecen.
La EM  es una enfermedad autoinmunitaria, en la que el sistema inmunitario del organismo desencadena  la crisis. Aunque se desconoce el factor que la inicia, es probable que tanto la susceptibilidad genética como ciertos factores ambientales  sean factores contribuyentes.
Muchos pacientes con esta enfermedad con crisis y remisiones  se tratan con inyecciones  de interferón  beta  y el tratamiento pierde eficacia a mediad que la enfermedad progresa.






EPILEPSIA
La epilepsia  es una enfermedad  que se caracteriza  por crisis breves, periódicas y recurrentes con alteración del funcionamiento motor, sensitivo o psicológico, aunque casi nunca se compromete la inteligencia. Las crisis denominadas convulsiones epiléticas, afectan alrededor  del  1% de la  población mundial. Estas crisis se desencadenan cuando millones  de neuronas encefálicas  producen descargas  eléctricas sincrónicas  anormales. Como consecuencia, se pueden percibir luces, sonidos un olores sin que los ojos, los oídos o la nariz los hayan registrado. Además los músculos  esqueléticos  de la persona que experimenta  una convulsión se pueden contraer en forma involuntaria. Las convulsiones parciales comienzan en un pequeño foco en un sector del encéfalo y se asocian con síntomas más leves; las convulsiones generalizadas comprometen áreas más grandes a ambos lados del encéfalo y ocasionan la pérdida de la conciencia.
La epilepsia tiene muchas causas, entre ellas una lesión cerebral perinatal  (la más frecuente); trastornos metabólicos, como aporte insuficiente de glucosa u oxígeno en la sangre, infecciones, toxinas, pérdida de sangre o hipertensión arterial, traumatismos encefálicos y tumores y abscesos encefálicos. Sin embargo, la mayoría de las convulsiones epilépticas  no tienen una causa demostrable.
A menudo  pueden evitarse o reducir  su frecuencia  con fármacos antiepilépticos, como fenitoína, carbamazepina y valporato de sodio. Un dispositivo implantable que estimula el nervio vago (X)  también logró  resultados notables  en la reducción de la frecuencia  de las convulsiones en algunos pacientes cuya epilepsia no pudo controlarse con medicación.




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